BON IVER



Hay gente que hace del mundo un lugar un poquito mejor.

2011 ha sido el año de mucha gente en el mundo de la música, pero creo que por encima de todos ha destacado el binomio compuesto por PJ Harvey y Bon Iver. La primera porque con su décimo disco se ha elevado ya a la categoría inalcanzable de diva universal; y Justin Vernon, porque con su segundo álbum ha demostrado que es posible convencer a todo el mundo de forma unánime. La emergencia de esta nueva personalidad musical es un hecho que debería hacer del mundo un lugar un poquito mejor, un lugar un poco más acogedor y seguro. Porque escucharle reconforta; ejercita los músculos del cariño, de la sinceridad y de la comprensión; y porque su música parece la fórmula mágica que es capaz de extender la bondad por toda La Tierra.

Bon Iver ha superado con creces las expectativas generadas por su primer Lp, creando un Cd enorme de donde uno, una vez dentro, ni puede ni quiere salir. For Emma, Forever Ago, sin embargo, resulta ahora un trabajo más limitado y finito al lado de este inconmensurable y eterno BON IVER. Evitando cualquier acepción peyorativa del término, podría decirse que resulta también más superficial. Es, en apariencia, más sencillo, más de cantautor solista acompañado de una guitarra acústica. BON IVER, en cambio, es profundo como la luz cambiante del atardecer. Es como esas majestuosas e inquietantes grutas que grabó Herzog en la Antártida: incontestables obras maestras de la naturaleza esculpidas en el hielo que, segundos después de mirarlas, han cambiado irremediablemente su aspecto.