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TIRED PONY



El concepto 'supergroup' no es nuevo, pero está de moda: una formación de artistas, conocidos ya por su pertenencia a grupos con fama y renombre, una banda compuesta por músicos de otros grupos que, pese a lo que pueda pensarse, no generan una simple suma matemática de sonidos ya practicados, sino una puesta en común, un nuevo viaje, una apuesta que va más allá de la básica mezcla química de notas y pedales. Desde Cream, en los años '60, a los últimos nacimientos como Atoms for peace, el nuevo proyecto de Thom Yorke, Monsters of folk o The Dead weather, pasando por los ya míticos A perfect circle, Zwan, Raconteurs, Audioslave, o el colectivo Broken sociel scene, el concepto supergroup ha generado siempre gran espectación, a la par que grandes espectativas. Tired pony, en ese sentido, es un disco que merece la pena escuchar.

THE PLACE WE RAN FROM es un proyecto que gira entorno a Gary Lightbody, líder de Snow patrol, y a su amor por el country. Le acompañan Richard Colburn, batería de los Belle & Sebastian, Peter Buck de R.E.M., Iain Archer, Scott McCaughey, Troy Stewart y el afamado productor irlandés Jecknifer Lee (U2, R.E.M., Editors, Bloc party, etc). Una mezcla tal vez demasiado británica para el 'country-tinged' que pretenden hacer. Porque lo cierto es que, en este caso, Tired pony sí parece una continuación de Snow patrol, una leve variación con aires de mayor madurez, pero poco más.

Las canciones más 'americanas' (si no las únicas) son: Point me at Lost Island, donde el sonido acústico y la aparición de los violines nos transporta, por breves instantes, a una cabaña de madera a lo 'Casa de la Pradera (la película...)'; I'm a landslide, cuyo ritmo y repertorio instrumental recuerda tímidamente al lento galopar de un corcel del Ulster sobre el duro asfalto de la R'66; y Get on the road, la mejor canción del disco, fundamentalmente gracias a la preciosa y genuinamente americana voz de Zooey Deschanell. Es, en mi opinión, la mejor noticia del Cd. La pareja de M. Ward en She & Him, la califoniana especialista en dúos, la polivalente Zooey. El contraste de voz con Gary Lightbody es emocionante, y la suma del piano al acompañamiento de guitarra, bellísima. Cuando el tema estalla, aún sigue sin divisarse la costa americana: viajamos de noche sobre el Atlántico, por una inmensa tirolina, agarrados, con los brazos en alto, a esa dos grandes voces, tan distintas, tan iguales.

THE PLACE WE RAN FROM es una propuesta poco original, sobre todo en relación a Snow patrol, y a toda la escena del poprock de la década de los '00. Es un disco agradable, fácil de escuchar, pero con poco que ofrecer (salvo la bendita Zooey). La impecable producción recuerda demasiado al sonido manido de las bandas del post-britpop, al delicado tañir de las guitarras al atardecer: una propuesta dulce, con una creciente carencia de esa fuerza que tanto amamos del country y de la música genuinamente americana. Recomendado a fan de Snow patrol, Editors, Doves y a todos los que coquetean con el pop. Yo esperaba más.

MONSTERS OF FOLK



Lo primero que llama la atención de Monsters of folk es el impresionante currículum de sus miembros: M. Ward (de M. Ward y She & Him), Jim James (de My morning jacket), Conor Oberst y Mike Moggis (de Bright eyes). Lo segundo que llama la atención es que ninguno destaca sobre los demás, y no es la extensión de ninguna de las otras bandas relacionadas aunque determinados temas tengan un aire. No es una suma de nombres, sino de músicos. Lo tercero, una vez escuchado, es que, efectivamente, son enormes, unos monstruos; lo hayamos apreciado o no, hemos estado escuchando folk. ¡Abramos nuestras fronteras, refresquemos nuestras referencias: el folk se esconde en cada nota, vibra en cada cuerda, nace y muere en cada voz!

Quizá me equivoque, pero el fenómeno musical de las primeras décadas de la música occidental, del poprock, de la música independiente, puede ser la regionalización del sonido, la inspiración profunda en referencias, en músicas, en tradiciones locales. Por lo menos hay que admitir que está madurando una joven generación de artistas, en América sobre todo, que están destacando precisamente por la reinterpretación, ya no tanto de los estilos, de los sonidos y de los artistas locales (que también), como del propio entorno en el que han crecido. Lo bonito, lo nuevo de este neo-folk es, precisamente, que no es que recuerde a tal o cual grupo, sino que realmente suena a verdadera y nueva observación; del entorno, del territorio, de las gentes y los hábitos que pueblan las diversas zonas de EEUU. El folk de hoy no puede sonar al de ayer, porque el tiempo ha pasado, la gente ha cambiado. No obstante, algo recuerda a lo de siempre.

Monsters of folk está comuesto por un músico de Kentucky, dos de Nebraska, y un californiano adoptado por Oregón. Su música atraviesa el país como una esponja, veterana, relajada y fumando un pitillo tranqulia en el asiento de copiloto de un Dodge Challenger amarillo del '70. Su música viaja, mirando a izquierda y derecha (sur y norte), para después desprender un torrente cálido de rock acústico y country, con gotas templadas de blues, pop y hasta swing y white soul. Su música es, fundamentalmente, acústica, con momentos de intensa intimidad, y otros de sincera extroversión; con una producción impecable, y un sinfín de arreglos y texturas que solo pueden evocar un paisaje en movimiento. Vivo, y captado en su más absoluta, bella y perfecta naturaleza.

El MONSTERS OF FOLK, hasta ahora su único trabajo, es un disco delicioso, un desafío a la sensibilidad, una caricia del viento que recorre las grandes llanuras de Norteamérica que nuestra piel agradecerá. Es un sonido limpio, puro y sincero; sin prisas, que a veces recuerda al último galopar, a la última escena de John Wayne alejándose, en Centauros del desierto, pero que, sin embargo, siempre hace que nos sintamos muy bien acompañados.


Temazcal

The right place

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