La traducción de lo que no podemos ver.
Dice la leyenda que Tejas, el Estado de la estrella solitaria, debe ese privilegio a que un día los pistoleros, celebrando que las lluvias por fin acudían al rescate de la resecada tierra del desierto, dispararon a cuantas estrellas había en el cielo, dejando solo una, que es la que ondea desde entonces en su bandera. Sin embargo, ¡qué imagen tan distinta ofrecen estos chicos de la del estereotipo del tejano-tipo-Sam Houston, rifle en mano, y cara de tipo duro del campo! Simpáticos y aparentemente mansos, los Explosions in the Sky se presentaron ayer en el Casino de l’alliança del Poble Nou con una única arma, la música, pero bien cargada y apuntando, como siempre, al cielo, hacia las estrellas más lejanas; no para derribarlas, sino para brindarle a cada una un majestuoso homenaje musical. Y esta vez, no se dejaron ninguna.
Lo de Explosions in the Sky, de todas formas, es pura metralla en sus momentos álgidos: son lluvias torrenciales de perfecto ritmo y rugidos bellísimos de guitarras, sincronizadas en su búsqueda personal de lo intangible. Son ráfagas incontestables de inmenso rock instrumental que caen en picado sobre ti, estés donde estés de entre el público. Y te invaden, te colonizan el ritmo cardiovascular: conectan con la parte más íntima y sagrada de tu mente, y la sacan de paseo por el cielo abierto, donde ningún alma se siente desterrada. Combinar eso con los sedantes momentos de paz que siempre reservan en cada canción, momentos que hacen que la vida pase frente a ti como en cámara lenta, creo que solo está a la altura de Godspeed You! Black Emperor, Mogwai y Sigur Rós: la cumbre más nevada, alta y fría del post-rock de los últimos 15 o 20 años.
Los tejanos están en forma, y tras su concierto en el Primavera Sound y la minigira que les ha traído este fin de semana a nuestro país, podemos decir sin miedo que forman parte de ese selecto grupo de gente que ya nunca decepciona. Puede que la sala suene mal, que no fue el caso en Barcelona (absolutamente impecable, como en Mogwai), puede que falte alguno de los mil temas que pueden ser emblemáticos, y puede incluso que no digan una sola palabra (que tampoco fue el caso), pero toquen lo que toquen, si uno se deja envolver por la música, disfruta de un auténtico orgasmo auditivo, acompañado por centenares de escalofríos y momentos en lo que el suelo parece alejarse sin ningún peligro.
Se presentaron como es habitual ya en sus visitas a España: como Explosiones en el cielo, de Tejas, con ese español mejicano tan amable. Y no platicaron más: empezaron nomás a cazar estrellas. Como buenos cowboys, simulando con su cuerpo el movimiento de un látigo, y guitarras al viento (3, y un bajo), enlazaron 'The Only Moment We Were Alone', 'Catastrophe And The Cure', 'Postcard From 1952', del último disco, y 'Greet Death'; mi favorita, por cierto. Después empezaron a sentarse, a tocar abrazando sus guitarras, y encadenaron 'Be Confortable, Creature', 'The Birth And Death Of The Day', 'Your Hand In Mine', 'Let Me Back In', y 'The Moon Is Down'. Pero da igual, porque sientes con cada tema, sea cual sea, que debe ser así como suenan las supernovas y todos los espectáculos del universo que no podemos ver, pero que sabemos que están ahí: enormes, lejanos, y absurdamente superiores a nosotros. Bello y temible, los Explosions tratan de traducir para nosotros lo intangible, las fuerzas de la naturaleza: mareas de energía, como las que nos mueven, incrédulos, en un concierto suyo, si nos dejamos imbuir.
Más allá de la perfecta sincronía, de lo grandiosa y emocionante que es la evolución de todas sus composiciones, los norteamericanos han encontrado un lenguaje musical que, si bien no es patrimonio ni invención suya, sí les sirve para hablarnos sin mediar palabra. Y cada uno escucha en su interior un diálogo fastuoso distinto, acorde con tus sueños y esperanzas. La evolución de su carrera es impecable, son como esos libros que da igual por qué página lo abras al volver a releerlo: cualquier momento resulta perfecto, central y necesario. Pero en los directos han demostrado que algo más: algo que yo no sé traducir tan bien como ellos, ni muchísimo menos.
Escucha el setlist del concierto en Spotify.
Fotos de Pablo Luna Chao.
Disponible versión reducida en Fanzine Radar.