Ya no nos resulta demasiado sorprendente que las nuevas promesas del rock independiente surjan de Canadá, un país que ha experimentado una auténtica eclosión de bandas de gran interés y aceptación en los últimos años. Hoy por hoy, y según Wikipedia, es uno de los países más activos dentro de la escena del rock alternativo. Digamos que la zona de los Grandes Lagos sigue siendo uno de los centros más importantes de producción de música rock. Desde Bloomington, Indiana, hasta Montreal o Toronto, al otro lado de la frontera, la música independiente tiene un buen terreno abonado donde desarrollarse plenamente, y con buenas perspectivas de exito comercial y de público.
Tokyo police club no es la recomendación del año, ni el grupo revelación, ni una promesa a tener en cuenta. Son simplemente una banda de pop-rock con un disco capaz de animarnos en momentos delicados. El CHAMP no pasará a la historia como un disco inolvidable, pero sí creo que (a quien le guste) recurriremos a él en alguna de esas situaciones de cambio, de nostalgia no invitada; en esos momentos tan contradictorios en los que se mezclan la alegría y la tristeza de la vida, del seguir caminando. En ese sentido, y salvando las diferencias, es comparable al genial Inside in/Inside out de The kooks. También me han recordado un poco, en Breakneck speed, al tono de Placebo, aunque sin esa malicia y acidez que siempre ha caracterizado a los de Londres.
CHAMP está compuesto a base de frases musicales muy sencillas y directas, donde algunos temas podrían servir perfectamente de himno para la banda sonora de una peli de vidas universitarias (canadienses, eso sí). Es un sonido muy juvenil, incluso en determinados momentos casi demasiado adolescente, infantil. Pero en la superficialidad de su música descansa gran parte de su atractivo. Como pasa con The kooks, Val Emmich, Wilco o Chavez (en un tono ya más grunge). Tokyo police club demuestra en este disco una clara evolución con respecto a su debut, demuestra una mayor claridad de ideas, un concepto musical más concreto, un sonido situado entre los Artic monkeys, Blonde redhead y 30 seconds to Mars. Más entretenido que interesante, de todas maneras.