ARCADE FIRE (parte 1)
Trilogía de la pasión vanidosa. (PARTE 1)
Sorprendentes, distintos, inconfundibles, admirados, revitalizadores, descarados, barrocos, preciosistas. Así son Arcade fire, probablemente la banda de música indie más respetada y exitosa de la década. Rebosantes de buena crítica (apadrinados por Pitchfork desde el 9,7 con que calificaron su primer album FUNERAL), cargados de una infinita riqueza instrumental (más que riqueza, es una auténtica fortuna), y con un sonido muy trabajado, personal y artísitco, esta formación de Montreal (Canadá) ha conseguido una unánime declaración de amor eterno por parte del público, en general, en tan solo cinco años. Con tan solo tres discos. Son tan altas las espectativas creadas, que algunos hablarán del THE SUBURBS (2010) ya como una obra menor. Pocas bandas han debutado de la manera que lo ha hecho Arcade fire con el FUNERAL, un disco de culto de grupo imprescindible.
Hay un trasfondo rítmico en el FUNERAL que recuerda mucho a Interpol, The National o a sus compatriotas The new pornographers; y a su alrededor se expande el barroquismo instrumental de Arcade fire. Cada compás es distinto al anterior, en cada segmento de cada canción, las infinitas cuerdas de esta numerosa banda se entremezclan con puntualidad y precisión, compartiendo y creando el ritmo, para regalarnos, en cada segundo, más que muchos grupos en Cds enteros. En este disco los violines, violas, violonchelos, el teclado, acordeón, xilófono y hasta el arpa, no son simples arreglos, sino protagonistas indiscutibles: como pasa con las grandes novelas y series, su grandeza reside en que es una obra coral.
Escuchando el FUNERAL enseguida te das cuenta que estás ante algo realmente grande. Arcade fire tienen algo; algo distinto, especial. No son solo las energéticas y atrevidas voces del matrimonio co-fundador, compuesto por Régine Chassagne y el tejano Win Butler; ni la compleja simplicidad preciosista de sus melodías, ni los bellísimos y sorprendentes arreglos manuales que pueblan cada compás; ni la intensidad y riqueza instrumental que, con oportunos y bien marcados cambios de ritmo, nos hacen sonreir, chasquear los dedos, aplaudir y hasta bailotear.
(Si a usted le ha ocurrido lo mismo al llegar a la genial Rebellion, bienvenido: ya está enamorado de Arcade fire.)
Pocos álbumes de debut han dado tanto de qué hablar. FUNERAL hizo grande a un pequeño sello independiente de Carolina del Norte (Merge Records) que apostaba, entre otros, por incipientes artistas como M. Ward. Fue declarado mejor disco del año por Pitchfork y No Ripcord (las más prestigiosas plataformas de crítica musical), recibió máximas puntuaciones en innumerables revistas especializadas, vendieron medio millón de copias en un año (lo nunca visto en Merge Rec.), y el éxito de público fue impresionante en su primera gira. Pero Arcade fire no son solo arte barroco y apabullantes números que prueban su calidad. Arcade fire tienen algo; algo distino, especial. FUNERAL es algo grande y monumental.
(Continuará.)
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