La oscuridad nos permite divisar estrellas que siempre han estado ahí.
En teoría, es físicamente imposible ver nacer una estrella. Aunque eligiéramos un espacio negro del cielo, lo mirásemos fijamente durante un buen rato, y de pronto, como por arte de magia, se encendiera una pequeña lucecita, un minúsculo punto brillante, sabríamos que no es más que la noticia, con tal vez cientos de años luz de retraso, del verdadero nacimiento de la lejana estrella. O como pasa con Sharon van Etten: ¿Cuándo consideramos que nació la estrella, su estrella? ¿Al nacer ella? ¿Al empezar a cantar y tocar? ¿Al ser descubierta y empujada por la pléyade de amigos con los que se codea? ¿O tal vez cuando acumule un número mínimo de conciertos como el que dio anoche en el madrileño Teatro Lara? Es posible que un requisito indispensable sea que ella misma se lo crea, y que se vea como parte del star-system del indie-folk. Pero por mí, aunque siga toda la vida siendo tímida, cercana y tan humilde, Sharon van Etten es ya una de las grandes.
Lo ha conseguido por el camino correcto: paso a paso, sin hacer demasiado ruido, y despuntando con un tercer disco, editado ya con Jagjaguwar, cuando lo que todos esperábamos era el ansiado regreso de Cat Power. Tramp (Jagjaguwar, 2012) contiene ya material serio, con el que preparar conciertos suntuosos y emocionantes como el de ayer. Era el segundo de una gira que empezó el miércoles en Lisboa, y que la llevará, hasta el próximo enero, por gran parte de Europa, Norteamérica, e incluso a Australia. Y era, además, la primera vez que tocaba en Madrid. Mañana lo hará en Valencia, y el sábado en Barcelona. Tal vez por todo ello empezó un poco nerviosa, y aunque no titubeó ni un instante, se mostró tal y como debe ser: modesta, natural, comprometida con su música y con ganas de hacerlo bien. Personificando esa fragilidad, mansa y sin embargo inexpugnable, que tanto la caracteriza musicalmente.
El de anoche en el teatro Lara fue uno de esos típicos conciertos, sencillos pero redondos, que suele organizar la promotora Son de Estrella Galicia. Sharon se sintió a gusto; excelentemente bien acompañada por una banda de tres, con batería, bajo, teclado y refuerzos de guitarra y de voz constantes, Van Etten pudo arropar su ya de por sí autosuficiente fuerza vocal, completando un sonido, el del Tramp, con atractivas subidas y bajadas de tono y de intensidad. Porque la de Jersey, en efecto, quiso mostrar todo el prisma de luces que la iluminan al crear música, pero además, siempre desde el optimismo. Así, dio comienzo al recital con All I Can y Warsaw, interpretando el pop y el rock, con ese acento folk metropolitano que casi solo ella le sabe dar, desatado después con Save Yourself.
Puede que hasta Magic Chords muchos no reconocieran a la Sharon van Etten del último disco: más curtida y umbría, es capaz, con canciones así, de tocar fondo anímicamente, y transformar la experiencia en una elegante procesión de luces y sombras; brillantemente interpretada por una voz que llenó el teatro, y nos erizó a todos en nuestras butacas. A partir de entonces, en la segunda mitad del concierto, Van Etten ganó la poca seguridad que le faltaba, agarró su carácter como bandera, y empezó a demostrar de verdad la madera de estrella que tiene, o que ha tenido siempre. Se marcó un solo inédito, con una guitarra acústica y una voz que hipnotiza, rellenando ella sola todo el escenario. Y cuando volvió su grupo, la temperatura ya había cambiado. Porque puede que haya más pasión en lo que hace esta chica cuando en su vida no luce el sol.
No quiero desearle el tormento a mis artistas favoritos solo para que compongan más y mejor, pero en cierto modo bendecimos todos aquellos tropiezos que, tras superarlos y digerirlos, dieron origen a temas como Give Out o Serpents, tocadas seguidas cerca del final. La primera sonó espectacular, con batería, guitarra y voces reforzadas, y en un tono aún más carnal que el que presenta en el Cd. Y la segunda, un auténtico temazo, con la energía y la intensidad de quien aún se siente fuerte tras el enésimo desplome. Sharon es delgada, aparentemente frágil, blanquita, y cuando habla, que lo hace mucho, irradia una simpatía casi cándida, pero por dentro es de un material duro y resistente, de las que saben absorber los golpes, aprender de los errores y transformarlos en algo bueno.
Dejó, eso sí, una ventana abierta a la luz al final del concierto: I’m Wrong y, tras la pausa, Love More, sellaron la paz con su estado de ánimo, que ya empezaba a ser consciente del placer que había sido para todos los asistentes el poder verla en directo, y tan de cerca. Sharon van Etten se distingue, en mi opinión, por un carácter auténtico, por una visión del folk muy liberada, y por esa nota distinta con la que siempre nos sorprende. Pero ayer, además de tablas en proceso de mejora destacable, demostró también que sabe dirigir a una buena banda: los de ayer eran músicos de primera, y si la Van Etten estuvo a la altura, es que de verdad la podemos considerar como una nueva estrella del firmamento independiente. Y no ha hecho más que empezar.
Fotos de Pablo Luna Chao.
También disponible en Alta Fidelidad.
Escucha el setlist del concierto en Spotify.
(¡o míralo aquí!)
Lo ha conseguido por el camino correcto: paso a paso, sin hacer demasiado ruido, y despuntando con un tercer disco, editado ya con Jagjaguwar, cuando lo que todos esperábamos era el ansiado regreso de Cat Power. Tramp (Jagjaguwar, 2012) contiene ya material serio, con el que preparar conciertos suntuosos y emocionantes como el de ayer. Era el segundo de una gira que empezó el miércoles en Lisboa, y que la llevará, hasta el próximo enero, por gran parte de Europa, Norteamérica, e incluso a Australia. Y era, además, la primera vez que tocaba en Madrid. Mañana lo hará en Valencia, y el sábado en Barcelona. Tal vez por todo ello empezó un poco nerviosa, y aunque no titubeó ni un instante, se mostró tal y como debe ser: modesta, natural, comprometida con su música y con ganas de hacerlo bien. Personificando esa fragilidad, mansa y sin embargo inexpugnable, que tanto la caracteriza musicalmente.
El de anoche en el teatro Lara fue uno de esos típicos conciertos, sencillos pero redondos, que suele organizar la promotora Son de Estrella Galicia. Sharon se sintió a gusto; excelentemente bien acompañada por una banda de tres, con batería, bajo, teclado y refuerzos de guitarra y de voz constantes, Van Etten pudo arropar su ya de por sí autosuficiente fuerza vocal, completando un sonido, el del Tramp, con atractivas subidas y bajadas de tono y de intensidad. Porque la de Jersey, en efecto, quiso mostrar todo el prisma de luces que la iluminan al crear música, pero además, siempre desde el optimismo. Así, dio comienzo al recital con All I Can y Warsaw, interpretando el pop y el rock, con ese acento folk metropolitano que casi solo ella le sabe dar, desatado después con Save Yourself.
Puede que hasta Magic Chords muchos no reconocieran a la Sharon van Etten del último disco: más curtida y umbría, es capaz, con canciones así, de tocar fondo anímicamente, y transformar la experiencia en una elegante procesión de luces y sombras; brillantemente interpretada por una voz que llenó el teatro, y nos erizó a todos en nuestras butacas. A partir de entonces, en la segunda mitad del concierto, Van Etten ganó la poca seguridad que le faltaba, agarró su carácter como bandera, y empezó a demostrar de verdad la madera de estrella que tiene, o que ha tenido siempre. Se marcó un solo inédito, con una guitarra acústica y una voz que hipnotiza, rellenando ella sola todo el escenario. Y cuando volvió su grupo, la temperatura ya había cambiado. Porque puede que haya más pasión en lo que hace esta chica cuando en su vida no luce el sol.
No quiero desearle el tormento a mis artistas favoritos solo para que compongan más y mejor, pero en cierto modo bendecimos todos aquellos tropiezos que, tras superarlos y digerirlos, dieron origen a temas como Give Out o Serpents, tocadas seguidas cerca del final. La primera sonó espectacular, con batería, guitarra y voces reforzadas, y en un tono aún más carnal que el que presenta en el Cd. Y la segunda, un auténtico temazo, con la energía y la intensidad de quien aún se siente fuerte tras el enésimo desplome. Sharon es delgada, aparentemente frágil, blanquita, y cuando habla, que lo hace mucho, irradia una simpatía casi cándida, pero por dentro es de un material duro y resistente, de las que saben absorber los golpes, aprender de los errores y transformarlos en algo bueno.
Dejó, eso sí, una ventana abierta a la luz al final del concierto: I’m Wrong y, tras la pausa, Love More, sellaron la paz con su estado de ánimo, que ya empezaba a ser consciente del placer que había sido para todos los asistentes el poder verla en directo, y tan de cerca. Sharon van Etten se distingue, en mi opinión, por un carácter auténtico, por una visión del folk muy liberada, y por esa nota distinta con la que siempre nos sorprende. Pero ayer, además de tablas en proceso de mejora destacable, demostró también que sabe dirigir a una buena banda: los de ayer eran músicos de primera, y si la Van Etten estuvo a la altura, es que de verdad la podemos considerar como una nueva estrella del firmamento independiente. Y no ha hecho más que empezar.
Fotos de Pablo Luna Chao.
También disponible en Alta Fidelidad.
Escucha el setlist del concierto en Spotify.
(¡o míralo aquí!)