El Columpio Asesino: el todoterreno de la música española.
Pocas discotecas ofrecen lo que Razzmatazz: hay numerosas salas, a gusto de todos, con música de casi todos los palos, y hasta un espacio para que el fumador y los demás asistentes desahoguen algunos de sus vicios nocturnos. Además, en veladas como la de ayer, viernes santo, regalan actuaciones de excepción que amenizan y complementan el trabajo de los Dj residentes. Anoche los invitados de honor eran los navarros El Columpio Asesino, una de las bandas más destacadas del último año en el panorama musical nacional: su cuarto álbum, Diamantes, valorado por muchos como el mejor disco de 2011, les ha colocado al frente de esta nueva generación de artistas y grupos que, ahora sí, están significando el verdadero despegue del movimiento indie en nuestro país.
La maquinaria de la fiesta no para en las noches de Razzmatazz, y el concierto se embutió entre temas pinchados de lo mejor del rock alternativo y sesiones de electrónica: el entorno propicio para que el sonido de El Columpio Asesino se manifestara de la manera que lo hizo. Los de la comunidad foral no saben qué son las medias tintas; enemigos de la famosa gama del gris, son radicalmente blanco y negro: un sonido de rock estridente, recto y diagonal, que basa su particularismo en la riqueza rítmica tribal conductora, el acompañamiento primario y crudo de dos guitarras y un bajo, siempre desafiantes, teclados y vientos rompedores que se clavan a fuego en las viciadas melodías, y un juego de voces tan desvergonzado y agudo que hasta pincha.
No obstante, con un público diluido entre la sólita masiva afluencia a Razzmatazz de una noche de viernes, y debido a que prácticamente tocaron de 3 a 4 de la mañana (poco y tarde), costó mucho encontrar la atmósfera adecuada para un concierto. Dudo que aquellos que acudieron a la sala sin saber quiénes eran esos Columpio Asesino, salieran de ella sabiéndolo. Espero equivocarme, pero creo que su aparición en el escenario fue más un detalle de la noche, que el elemento esperado por la mayoría. Con todo, los navarros cumplieron y ofrecieron solo lo más contundente de su repertorio, en una batería indiscriminada de sobreexcitación instrumental y fórmulas musicales de ataque premeditado: Corazón Anguloso, On the Floor, Vamos y, por supuesto, Toro, las más destacadas, sonaron corrosivas y rebosantes de esa adrenalina envenenada que tanto caracteriza el sabor de sus discos.
Mención aparte, dentro del planteamiento de El Columpio Asesino, es la presencia y aportación de Álvaro Arizaleta, batería y vocalista, que encarna la figura del santero loco que manipula toneladas de sustancias tóxicas con sorna y soberbia, desprendiendo furia y poder en un ritual intensísimo de magia musical negra y primitiva. En directo se entiende que todo en El Columpio Asesino es acompañamiento del ritmo, y que el esqueleto de su sonido se sustenta en las extremidades de Álvaro, y en un nutrido grupo de cuerdas, algunas vocales y otras en forma de guitarras y teclado. Los otros cuatro integrantes de la banda, desde la sombra de una iluminación críptica y básica, interpretaron su papel en la ceremonia, clamando venganza frente a las horas muertas del silencio.
Los navarros son todoterreno. Ajenos a las condiciones del lugar donde han de tocar, mostraron ayer una preparación envidiable para llenar de ritmo y de contundente contenido musical una sala como la grande de Razzmatazz. Con muchísima personalidad, una inclinación evidente a la desvergüenza punk, y una capacidad de calentamiento espectacular, El Columpio Asesino respira a pleno pulmón los aires de liderazgo de una generación que vive de las referencias eclécticas que ofrece la red y su libre albedrío.
Fotos de Pablo Luna Chao.
También disponible en Alta Fidelidad .
Escucha el setlist (parcial) del concierto en Spotify.