BROADCAST (Elegía a Trish Keenan)
La muerte de Trish Keenan, cantante del dúo de indiepop electrónico británico Broadcast, ha conmocionado al mundo de la música. Tanto Warp Records como la organización del Primavera Sound 2011 notificaron la mañana del pasado sábado la desaparición de ‘una voz única, un extraordinario talento y un ser humano maravilloso’. La cantante contrajo Gripe A en su reciente visita a Australia, y poco después de volver al Reino Unido ingresó en el hospital por una neumonía derivada que, tras varias semanas de lucha, finalemente ha acabado con su vida. Broadcast echa el cierre, y el Primavera queda huérfano y sensiblemente marcado por la tragedia.
Conocí poco tiempo a Trish Keenan, pero el suficiente como para saber que este pasado sábado nos ha dejado una de las figuras más interesantes del la música independiente británica: la inestimable voz de Broadcast, la mitad de un dúo que, en esta última década, ha caracterizado, quizá mejor que nadie, la línea del dreampop británico y de la electrónica indie.
Primavera Sound 2011 emitió un comunicado en la mañana del 15 de enero para anunciar la desaparición de Keenan y, por consiguiente, la caída de Broadcast del cartel del festival. Será un evento, por tanto, marcado por el luto y el homenaje. O, al menos, así lo espero. Porque estoy convencido de no ser el único que esperaba con gran ilusión poder verlos aún por primera vez poco antes del próximo verano. Después de la buena acogida que tuvieron en el Sónar 2010, Broadcast fue de las primeras confirmaciones del Primavera, uno de los primeros alicientes.
James Cargill y Trish Keenan han sido, sobre todo en los últimos 5 años, las constantes de una banda por la que han pasado hasta 5 baterías distintos, y que se caracteriza por un sonido base semi-electrónico de rítmica pop, engalanado con la voz de Keenan, y con un sinfín de delicados arreglos y detalles instrumentales, para los cuales cuentan con la colaboración habitual de otros músicos, en estudio y en los directos. Siento que Broadcast ha desaparecido antes de tiempo, pero también creo que nunca tuvieron demasiado respeto por ese tipo de coordenadas y medidas cronológicas: su música pertenecía al pasado, y se proyectaba hacia el futuro sin miedo ni complejos. Nunca han sonado a presente.
En su incorporeidad, la voz de Trish Keenan ha mantenido viva la herencia del dreampop británico, de inolvidables voces femeninas como las de Laetitia Sadier (Stereolab), Mariel Barham (Pale Saints), Dolores O’Riordan (The Cranberries) o el dúo Berenyi-Anderson, de los también desaparecidos Lush, pero con una actitud, en cierto modo, más segura. La oscuridad de sus predecesores, producto de un narcotizado pavor por el nuevo siglo, ha derivado en Broadcast en el sonido de una sombra pulcra y pulida, en un atractivo llamamiento para que participemos en la cálida modernidad. Ya no existe el miedo. Ahora, a toda velocidad, y más que nunca, el mañana se ha convertido en el ayer.
Broadcast no ha revolucionado nada, ni siquiera serán recordados por el gran público, ni por la crítica especializada como un hito inesquivable; pero sí permanecerá en la mente colectiva de los enfermos de la música alternativa e independiente: Trish Keenan hizo lo que quiso, cantó a su manera, y murió entre el respeto y la admiración de todo el gremio de artistas indie. Y dadas las circunstancias, imagino que el Primavera Sound 2011 servirá de sentido y digno funeral musical colectivo. Descanse en paz.
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