Contemplando a Cuchillo.
La última vez que vimos a Cuchillo en su casa, en Barcelona, les daba en la cara un potente sol de junio, casi completamente horizontal, que bañaba de luz una plaza del Poble Espanyol que más tarde, ya bajo las estrellas, albergaría a Beth Gibbons y a los Portishead. En aquella ocasión, la tremenda expectación por los de Bristol nubló a los elegidos locales, que presentaron tímidamente parte de su recién estrenado segundo Lp, Encanto (Limbo Starr, 2012), ante el escaso y distraído público que iba llegando. Pero ayer, tras regresar de una breve gira por Noruega, Estados Unidos y Méjico, volvían a una sala de la condal, esta vez para ser los únicos protagonistas. Así, dentro del Budweiser Live Circuit, y gracias a la colaboración con éstos de la sala Music Hall y del sello Limbo Starr, los Cuchillo abrieron su mini-gira por la península con un discreto concierto. El 19 estarán en Girona, el 20 en Valencia y el 25 en Madrid.
Está claro que una sala pequeña es el hábitat climatizado para que la fórmula de Cuchillo funcione en su máxima potencialidad. Recuerdo haberla presenciado, en los Veranos de la Villa de 2011, cuando tocaron en el perfecto auditorio del Conde Duque. Pero ayer, pese a que todos los astros se alineaban en el cielo, creo que no vimos la mejor versión de este interesante y prometedor dúo reconvertido a trío. No faltó calidad, ni las finas y delicadas salpicaduras decorativas habituales: arreglos de flauta, teclado, y hasta saxo; ni faltó el juego de intensidad y dilatación, de concreción y dispersión que surge de un setlist bien orquestado. Quizá, exigiéndoles tal vez demasiado pronto un paso hacia el frente, necesitan un punto más de efectismo: les falta pisar más fuerte, gritar más alto, y sacarle más partido a las virtudes que saben que tienen.
Porque el atractivo de Cuchillo no ha de limitarse solo a su gran capacidad de ambientación. En su dispersión armónica y de intención cinemática, más presente en su segundo Cd, optan por unos desarrollos más bien paisajísticos; pero en realidad, supongo que todos queremos recordar y evocar los caminos que hemos recorrido en la vida, o en un momento dado, y no solo acordarse de un simple y vago paisaje, más o menos cambiante. El verdadero carácter del trío, en mi opinión, lo encontraremos entre las progresiones fatalistas (y hasta toolianas) del Duat (Limbo Starr, 2010), y el enganche de su melódica soleada, presente en su álbum de debut, Cuchillo (Sinnamon, 2008). Ayer en la Music Hall intercalaron lo viejo entre lo nuevo, pero todo sonó un poco como cuando nos dejamos llevar, y simplemente miramos por la ventanilla del pasajero.
Solo cuando enlazaron Sombra y Mar, Come With Me y Breathing Again, al poco rato de haber comenzado, y con La Hierba, ya a modo de cierre, marcaron realmente territorio en un escenario, y ante un público, que no les debió suponer un reto especialmente complejo. No es que el Encanto tenga un sonido débil, pero es más frío y estático, por lo que las piernas flaquearon cuando abandonaron aquel tono fronterizo y tan desafiante, de corte desértico, serpenteante y tostado, propio de su trabajo pasado; y eso fue la mayor parte del concierto. La dulzura y la armónica conjunción de instrumentos fueron las notas dominantes, pero no son suficientes si en verdad lo que se quiere es apostar, arriesgar y destacar.
En cualquier caso, la proyección de Cuchillo está fuera de toda duda: con una propuesta diferente dentro del panorama indie de nuestro país, estos chicos gozan de un amplio margen, ya no de mejora, sino de evolución. Da la sensación de que aún andan removiendo ingredientes, sentimientos y músicas bien diversas en sus interiores, como quien gesta tempestades para luego engendrar un algo grandioso y definitivo. Pero mientras eso no termina de ocurrir, nos seguiremos contentando con asistir a conciertos de atmósfera contemplativa y distendida como el de ayer, donde llegaron incluso a versionar a capella a David Crosby.
Israel Marco a la guitarra, Dani Domínguez a la batería y Henrik Argen con guitarra y tecalado conforman ahora mismo Cuchillo, pero contaron ayer con la colaboración de Rhys Pyefinch al saxo, en Navega y en La Hierba, acabando el recital con una pequeña apoteosis instrumental. Un concierto que tuvo momentos de especial interés acústico, sobre todo cuando Marco empuñó una guitarra viejísima, de los ’60, Domínguez un udu (instrumento esférico de percusión africano), y Agren una enigmática caja de madera para interpretar, de manera absolutamente desnuda, Algo Mejor.
En poco más de una hora, tal vez cansados, y desde luego no al 100%, los Cuchillo finiquitaron un recital que, pese a todo, resultó compacto y bastante sólido: con un sonido sin perfiles ni perímetros fijos, la personalidad de este trío sueco-barcelonés reside en la construcción de un lenguaje de modales aseados y cuidadas descripciones ambientales. Y desde luego, esa es la mejor base para edificar un proyecto que, en mi opinión, ha de destacar en el panorama musical nacional.
Fotos de Pablo Luna Chao.
Escucha el setlist del concierto en Spotify.
(¡o míralo aquí!)
También disponible en Alta Fidelidad.
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