El placer del contraste.
Kazu Makino y los gemelos Pace son Blonde Redhead, un trío italo-japonés que nació New York a mediados de los años '90, y que hoy en día es considerado, por muchos, como un grupo de culto. En 16 años han editado 8 Cds, los últimos tres con el sello británico 4AD, del Grupo Beggars. Llegaron a mis oídos hace dos o tres años como consecuencia del sunami que supuso en su carrera, y en el pop, la edición en 2007, de 23: para muchos, uno de los mejores álbumes del año, y probablemente su trabajo más escuchable y populista.
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En Blonde Redhead siempre ha estado latente la tendencia que explota en 23: un dream pop donde el peso de la distorsión se ha reducido drásticamente, más adaptable a los oídos de las mayorías. Personalmente, pese a que me fascinaron con ese sonido, he ido apreciando más y más a esta banda por sus primeros trabajos, sobre todo por este segundo, LA MIA VITA VIOLENTA. Conociendo dónde acaban, es delicioso observar como segregan las pocas gotas de dulce pop que, doce años más tarde, serán una líquida avalancha, un sunami de pop alternativo. La aspereza del grunge ya casi es costra, y pronto (o poco a poco, mejor dicho) desaparecerá del todo. Desde luego, no van a ser los primeros ni los únicos en mostrar cómo la incertidumbre de la generación X dejó cicatrices menos marcadas de lo que se pensaba.
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Cuando abres el Cd la voz de Kazu Makino se sale de la caja, libre y plenamente consciente de cómo es el cuerpo que posee. En I Still Get Rock Off, justo al principio, coquetea con la influencia de Liz Fraser (Cocteau Twins), pero en seguida adopta la postura de una gata en celo, y su voz juega al despiste con la de Amadeo Pace, en un descosido dúo de jirones. Y no vuelve hasta I'm There While You Chock On Me, la más áspera junto con la primera y la última, Jewel. Parece como si reservaran la cara más severa, la más chirriante y rasgada a la voz femenina y mordiente de la nipona: auténtica bella enredada en espinos. Y la versión más envolvente, poprockera, oscurecida y glamurosa, se expone a la sombra de la voz masculina, más profunda que incisiva. Violent Life (pese a su violencia), U.F.O., 10 Feet High, y Down Under y Bean (aunque a dúo con Kazu).
En Harmony y Young Neil muestran la faceta que hay presente en todas las canciones: una sana afición por la evasión, por una psicodelia misurada, imprecisa y esquelética. En la primera, casi del todo instrumental, ensayan un progresismo, acompañado por un sitar precioso, que culminan las voces en dúo. Desde luego, es un disco sin desperdicio alguno. Escuchándolo uno se debate entre la pasión latina del acento melódico, y la austera e insensible mirada turbia de los mártires del grunge.
Blonde Redhead pasarán este verano por España. Será la primera vez desde que yo los conozco, y desde que presentaran su 23 en 2007 en gira con Interpol. Se supone que nos traen el Penny Sparkle, pero espero y deseo que muestren todas sus caras posibles. Escuchando este último Cd, mi tendencia natural ha sido ir a buscar sus primeros tiempos, y no porque fueran mejores, sino porque el contraste le queda a este trío como un guante. Es, quizá, su atractivo más especial.
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