El placer del contraste.
Kazu Makino y los gemelos Pace son Blonde Redhead, un trío italo-japonés que nació New York a mediados de los años '90, y que hoy en día es considerado, por muchos, como un grupo de culto. En 16 años han editado 8 Cds, los últimos tres con el sello británico 4AD, del Grupo Beggars. Llegaron a mis oídos hace dos o tres años como consecuencia del sunami que supuso en su carrera, y en el pop, la edición en 2007, de 23: para muchos, uno de los mejores álbumes del año, y probablemente su trabajo más escuchable y populista.
Pero que no se me interprete mal: aunque provengan de un sonido cercano al grunge, auspiciado por el mismísimo Steve Shelley (batería de Sonic Youth y fundador del sello Smells Like Records, con el que también lanzó a la fama a Cat Power), y deriven en otro mucho más suavizado, sofisticado y pop, en ningún caso considero peor el 23 que, por ejemplo, el LA MIA VITA VIOLENTA, su segundo disco; o denigrante, criticable o lamentable la evolución a lo largo de su carrera. Respeto la línea que han seguido; no en vano, Girl Boy, el último track de su primera obra (cuando todavía eran cuatro), ya anunciaba el futuro de la banda.
En Blonde Redhead siempre ha estado latente la tendencia que explota en 23: un dream pop donde el peso de la distorsión se ha reducido drásticamente, más adaptable a los oídos de las mayorías. Personalmente, pese a que me fascinaron con ese sonido, he ido apreciando más y más a esta banda por sus primeros trabajos, sobre todo por este segundo, LA MIA VITA VIOLENTA. Conociendo dónde acaban, es delicioso observar como segregan las pocas gotas de dulce pop que, doce años más tarde, serán una líquida avalancha, un sunami de pop alternativo. La aspereza del grunge ya casi es costra, y pronto (o poco a poco, mejor dicho) desaparecerá del todo. Desde luego, no van a ser los primeros ni los únicos en mostrar cómo la incertidumbre de la generación X dejó cicatrices menos marcadas de lo que se pensaba.
LA MIA VITA VIOLENTA es el temprano punto de inflexión a partir del cual se va a imponer su personalidad y su determinado sonido, a cualquier tipo de etiqueta cerrada. Blonde Redhead, si es que lo hizo alguna vez, dejó muy pronto de hacer grunge, encontrando una fórmula de expresión clara, directa y concreta, pero con la vulnerabilidad que siguió a la muerte de Kurt Cobain. Si a ese mayor punto de emotividad le queremos llamar pop, hagámoslo; pero en la forma, en los rasgueos, en la imperfección manifiesta y chillona de las voces, en lo oblicuo de las miradas y la melodía, están todavía a años luz: es solo el zumo que sale de exprimirlo una y otra vez, como se hacía con los árboles de caucho en el Amazonas, allá por la época de los pioneros y fitzcarraldos.
Cuando abres el Cd la voz de Kazu Makino se sale de la caja, libre y plenamente consciente de cómo es el cuerpo que posee. En I Still Get Rock Off, justo al principio, coquetea con la influencia de Liz Fraser (Cocteau Twins), pero en seguida adopta la postura de una gata en celo, y su voz juega al despiste con la de Amadeo Pace, en un descosido dúo de jirones. Y no vuelve hasta I'm There While You Chock On Me, la más áspera junto con la primera y la última, Jewel. Parece como si reservaran la cara más severa, la más chirriante y rasgada a la voz femenina y mordiente de la nipona: auténtica bella enredada en espinos. Y la versión más envolvente, poprockera, oscurecida y glamurosa, se expone a la sombra de la voz masculina, más profunda que incisiva. Violent Life (pese a su violencia), U.F.O., 10 Feet High, y Down Under y Bean (aunque a dúo con Kazu).
En Harmony y Young Neil muestran la faceta que hay presente en todas las canciones: una sana afición por la evasión, por una psicodelia misurada, imprecisa y esquelética. En la primera, casi del todo instrumental, ensayan un progresismo, acompañado por un sitar precioso, que culminan las voces en dúo. Desde luego, es un disco sin desperdicio alguno. Escuchándolo uno se debate entre la pasión latina del acento melódico, y la austera e insensible mirada turbia de los mártires del grunge.
Blonde Redhead pasarán este verano por España. Será la primera vez desde que yo los conozco, y desde que presentaran su 23 en 2007 en gira con Interpol. Se supone que nos traen el Penny Sparkle, pero espero y deseo que muestren todas sus caras posibles. Escuchando este último Cd, mi tendencia natural ha sido ir a buscar sus primeros tiempos, y no porque fueran mejores, sino porque el contraste le queda a este trío como un guante. Es, quizá, su atractivo más especial.
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