Esto no es una crónica.
Hace unos años leí en un artículo completísimo de El País Semanal que aun a estas alturas de la historia se puede considerar que al rededor del 95% de la población mundial es, de algún modo, creyente de alguna religión o practicante de un sistema de creencias colectivo. El ateísmo sigue siendo una extraordinaria rareza, y el proceso de secularización, anunciado ya por Maquiavelo en el siglo XVI y casi certificado por Nietzsche en el XIX, o es una es una gran falacia, o su ritmo es tan lento que apenas ha avanzado en cinco siglos. El humano es un ser creyente por naturaleza, o al menos tiende a buscar cobijo para su alma mortal bajo algo inmenso que le supere y que sea eterno. Y aunque no sean más que creaciones o proyecciones suyas, los Dioses o las fuentes de fe a las que se venera, no dejan de adquirir verdadera entidad: son reales e inconmensurables.
Puede que la mayoría de los que asistimos ayer al concierto de Godspeed You! Black Emperor en la barcelonesa sala Apolo nunca hayamos participado en una misa, o en una ceremonia de cualquier religión, al menos creyéndonoslo; pero reconocemos su poder de sugestión, ya que, en cierto modo, tuvimos también nuestra propia liturgia. Los canadienses no son una banda al uso: 8 músicos, 0 micrófonos, un sexteto de cuerda electrificada y dos baterías; un sonido que lleva al extremo el concepto de post-rock instrumental progresivo, y que consigue hipnotizarnos en directo como si estuviéramos viendo la revelación. Si los discos de Godspeed You! Black Emperor son como libros sagrados, de lectura ritual íntima, sus conciertos son ceremonias que celebran el misterio.
Podía cuadrar todo a la perfección en una profecía maya: luna casi llena, noche de Halloween, año 2012, y los Godspeed You! Black Empeor que vuelven a los escenarios, y con disco nuevo. Parece la última señal que anuncia el apocalipsis: hoy podría ser el último día de muertos. De modo que la noche prometía. El halo de desconocimiento y excepcionalidad que envuelve a este colectivo canadiense provoca que el público respete sus tiempos, su nula interacción con el público a nivel personal y que se sienta parte integrante de un acto conjunto de sometimiento a algo más grande. Pienso que ellos mismos re rinden ante lo que son capaces de crear, y así en la música, a modo de iglesia, nos unimos todos: predicadores y nosotros, simples devotos, rehuyendo ellos el protagonismo.
Dead Rat Orchestra fueron los teloneros, y tras unos buenos 5 minutos de sonido en frecuencia descorcha-chakras, que ya era parte del concierto, los Godspeed You! Black Emperor fueron apareciendo poco a poco sobre un escenario lleno de instrumentos, pedales y conexiones de todo tipo. Ellos mismos habían afinado previamente, y lo habían dispuesto todo en semicírculo, de cara al público pero ignorándolo. Y entonces empezó todo. Personalmente no me importó lo que tocaron, ni voy a decir que esto o lo otro sonó mejor o peor, sencillamente porque me sobrecogieron, y mi opinión está alienada. Pero fueron 2 horas de increíble éxtasis musical, un derramamiento orquestal de progresiones, armonías y un constante homenaje al caos, observado en su esencia, y traducido a un lenguaje métrico monumental y terriblemente profundo.
Tampoco creo que haya que ahondar demasiado en quiénes son, ya que se mantienen al margen de la farándula de la mercadotecnia. Solo importa que dan voz a dos bajos, tres guitarras, dos baterías, un violín y un contrabajo (uno de los bajistas), y que sus canciones, de 15 minutos de media, parece que nacen en las nebulosas del Big Bang para morir más allá del fin de la raza humana, cuando el universo se disuelva lánguido en sí mismo. Y nos dejamos arrastrar por sus subidas y bajadas, confiando en ellos como Dante en Virgilio para visitar los infiernos, luego el purgatorio y, con un poco de suerte, para salir de Apolo como quien asciende al paraíso: en una nube, y repleto de una rebosante y agridulce sensación de fe y esperanza.
Hay algo oscuro, poderoso y bestial entre las sombras que proyecta la música de Godspeed You! Black Emperor: algo que parece desenmascarar una dramática verdad que hay en todos nosotros, y en todo cuanto nos rodea. Parecen conectar con la frecuencia de lo inexplicable, y se postulan como nexo de unión entre el suelo y lo que hay más allá del cielo, en el profundo y silencioso abismo del universo, sirviéndonos en bandeja el misterio de la creación, de la existencia, y del inmenso poder que la música y el arte pueden llegar a transmitir. En los albores del Siglo XXI, algunos hemos cambiado a nuestros viejos Dioses de papel por las pequeñas e innumerables piezas de divinidad que son las obras de arte; y a los antiguos mesías por los artistas como Godspeed You! Black Emperor.
Fotos de Pablo Luna Chao.
También disponible en Alta Fidelidad.
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