El principio de algo serio.
Al levantar la mirada del suelo, cualquiera de estas tempranas tardes de primavera, solo veo a The Pains of Being Pure at Heart. Hace una semana declaraba mi amor caduco a The Joy Formidable, pero ya sabía que era polvo de dos noches. Esto es muy distinto: ¡A los neoyorquinos les quiero hacer un hijo! Acababa de escuchar por primera vez había su anterior Cd, y los pospuse para poder amar antes un poquito a los galeses. Pero ya sabía que mi corazón miraba hacia otro lado. "Yo la tengo", me decía, "tienen lo que tienen ellos". Me he lanzado directamente a la confirmación, porque ya es uno de los discos del año; porque han dado la talla de sobra, porque esto ya es una realidad. The Pains of Being Pure at Heart será, con toda seguridad, una de las bandas importantes de esta década que ahora empieza.
Su homónimo primer álbum es increíble. Es el pasmo de ver a alguien debutar con las tablas de quien lleva 20 años tocando, y no de cualquier forma. Te preguntas qué había antes de ellos. Es como aquellos primeros partidos de Sergio Busquets. Te parece que ya antes de que existieran, los echabas de menos, y te parece también mentira que no notaras el inmenso vacío de su ausencia, ya antes de que nacieran. Son todo temazos en el The Pains of Being Pure at Heart, y con una personalidad que asusta. Una fluidez y una claridad que hacen absolutamente necesaria la siguiente nota. No es solo su armónico pop alternativo, de elevadas influencias, es la seguridad que desprenden en cada estrofa, en cada estribillo: aunténticos himnos. Brillantes piezas de sencilla orfebrería, fina y suave, de impecable ejecución y frescura infinita.
The Pains of Being Pure at Heart me produce la misma sensación que Yo la tengo, y eso es genial. Aportan ese mismo desequilibrio que te hace libre. Los tonos del dúo (siempre femenino y masculino) entonan hacia arriba, siempre hacia el mismo sol al que apuntan las voces de los de Jersey. Puede que el primer trabajo sea más compacto y enmarcable. Y puede que con el segundo Cd comience a desflorar el inmenso abanico que los Pains tienen guardado en la chistera. En el BELONG dejan un poco atrás el acento a The Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine, Ride, Stereolab, o a los mismos Yo la tengo. Es cierto, el primer tema de su regreso suena tremendamente a Smashing Pumpkins (de 'El Primer Disco Era Mejor'), pero sobre todo, empiezan a sonar a The Pains of Being Pure at Heart.
BELONG está solo una décimas por debajo del primer álbum, en mi opinión, pero tiene importantes mejoras. Practicamente ninguna de las canciones, salvo Belong quizá, podría ser obra de otra banda. Han caracterizado aún más su sonido: un pop que combina a la perfección el bajo marcado del noise, la suciedad de guitarras que dibujan melodían dulces, con el acompañamiento líquido y cristalino de la acústica. Además, la timidez del teclado en el primer Cd da paso, en esta segunda entrega, a una acertadísima utilización de la electrónica, de clara vocación orquestal, como en Arcade Fire, por ejemplo. Un requisito casi imprescindible a estas alturas. My Terrible Friend y, sobre todo, Heart In Your Heartbrake y The Body, son prueba feaciente.
Hacia el final pierde un poco de fuerza, es cierto. Pero un principio tan arrollador suele traer consigo esa consecuencia. Belong, puro rock de los '90; Heaven's Gonna Happen Now, el nuevo paradigma de pop alternativo de los Pains; Heart In Your Heartbrake y The Body, la eclosión de la electrónica orquestal contagiada; y tras un bonito tema neutro, Even In Dreams: la prueba estable de la madurez musical. El resto del disco, aunque también sobresaliente, no destila tantísima calidad; pero siempre atenta contra esa ceñida y limitada etiqueta de pop aternativo, que se cierne sobre ellos.
El exito de una banda como esta reside en unas melodías siempre sorprendentes y originales, pese a la sencillez; en una batería que se anticipa a tus deseos, que marca el ritmo de tus pensamientos; en una guitarra cuyo rasgueo rasca tu piel, que es el grito interno de nuestra propia garganta; en esa humildad mezclada con contundente seguridad, con firme presencia. BELONG es la confirmación perfecta. Desde Arcade Fire no encontraba algo así. Por eso estoy convencido de que también, como los canadienses, The Pains of Being Pure at Heart marcarán la naciente década.
Al levantar la mirada del suelo, cualquiera de estas tempranas tardes de primavera, solo veo a The Pains of Being Pure at Heart. Hace una semana declaraba mi amor caduco a The Joy Formidable, pero ya sabía que era polvo de dos noches. Esto es muy distinto: ¡A los neoyorquinos les quiero hacer un hijo! Acababa de escuchar por primera vez había su anterior Cd, y los pospuse para poder amar antes un poquito a los galeses. Pero ya sabía que mi corazón miraba hacia otro lado. "Yo la tengo", me decía, "tienen lo que tienen ellos". Me he lanzado directamente a la confirmación, porque ya es uno de los discos del año; porque han dado la talla de sobra, porque esto ya es una realidad. The Pains of Being Pure at Heart será, con toda seguridad, una de las bandas importantes de esta década que ahora empieza.
Su homónimo primer álbum es increíble. Es el pasmo de ver a alguien debutar con las tablas de quien lleva 20 años tocando, y no de cualquier forma. Te preguntas qué había antes de ellos. Es como aquellos primeros partidos de Sergio Busquets. Te parece que ya antes de que existieran, los echabas de menos, y te parece también mentira que no notaras el inmenso vacío de su ausencia, ya antes de que nacieran. Son todo temazos en el The Pains of Being Pure at Heart, y con una personalidad que asusta. Una fluidez y una claridad que hacen absolutamente necesaria la siguiente nota. No es solo su armónico pop alternativo, de elevadas influencias, es la seguridad que desprenden en cada estrofa, en cada estribillo: aunténticos himnos. Brillantes piezas de sencilla orfebrería, fina y suave, de impecable ejecución y frescura infinita.
The Pains of Being Pure at Heart me produce la misma sensación que Yo la tengo, y eso es genial. Aportan ese mismo desequilibrio que te hace libre. Los tonos del dúo (siempre femenino y masculino) entonan hacia arriba, siempre hacia el mismo sol al que apuntan las voces de los de Jersey. Puede que el primer trabajo sea más compacto y enmarcable. Y puede que con el segundo Cd comience a desflorar el inmenso abanico que los Pains tienen guardado en la chistera. En el BELONG dejan un poco atrás el acento a The Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine, Ride, Stereolab, o a los mismos Yo la tengo. Es cierto, el primer tema de su regreso suena tremendamente a Smashing Pumpkins (de 'El Primer Disco Era Mejor'), pero sobre todo, empiezan a sonar a The Pains of Being Pure at Heart.
BELONG está solo una décimas por debajo del primer álbum, en mi opinión, pero tiene importantes mejoras. Practicamente ninguna de las canciones, salvo Belong quizá, podría ser obra de otra banda. Han caracterizado aún más su sonido: un pop que combina a la perfección el bajo marcado del noise, la suciedad de guitarras que dibujan melodían dulces, con el acompañamiento líquido y cristalino de la acústica. Además, la timidez del teclado en el primer Cd da paso, en esta segunda entrega, a una acertadísima utilización de la electrónica, de clara vocación orquestal, como en Arcade Fire, por ejemplo. Un requisito casi imprescindible a estas alturas. My Terrible Friend y, sobre todo, Heart In Your Heartbrake y The Body, son prueba feaciente.
Hacia el final pierde un poco de fuerza, es cierto. Pero un principio tan arrollador suele traer consigo esa consecuencia. Belong, puro rock de los '90; Heaven's Gonna Happen Now, el nuevo paradigma de pop alternativo de los Pains; Heart In Your Heartbrake y The Body, la eclosión de la electrónica orquestal contagiada; y tras un bonito tema neutro, Even In Dreams: la prueba estable de la madurez musical. El resto del disco, aunque también sobresaliente, no destila tantísima calidad; pero siempre atenta contra esa ceñida y limitada etiqueta de pop aternativo, que se cierne sobre ellos.
El exito de una banda como esta reside en unas melodías siempre sorprendentes y originales, pese a la sencillez; en una batería que se anticipa a tus deseos, que marca el ritmo de tus pensamientos; en una guitarra cuyo rasgueo rasca tu piel, que es el grito interno de nuestra propia garganta; en esa humildad mezclada con contundente seguridad, con firme presencia. BELONG es la confirmación perfecta. Desde Arcade Fire no encontraba algo así. Por eso estoy convencido de que también, como los canadienses, The Pains of Being Pure at Heart marcarán la naciente década.
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