De pioneros y visionarios.
En todos los movimientos sociales, incluídos los culturales y, dentro de ellos, en todos los movimientos musicales, podemos identificar a una serie de pioneros que, con el tiempo y cierto éxito, han acabado siendo considerados visionarios. El grunge, por ejemplo, no habría sido el fenómenos que fue sin la apuesta que en su día realizó el sello Sub pop. Fundado en 1986 en Seattle, sus primeros años se caracterizaron por lanzar al mercado a artistas como Mudhoney, Soundgarden o Nirvana: la florinata de la escena local. Ninguno duró demasiado de todas formas, en un sello que nunca pasó de modesto.
Pues bien, Afghan wighs fue la primera banda de fuera de Seattle que fichaba por esta discográfica impulsora del grunge. Procedentes de Cincinnati, Ohio, y con galopantes problemas internos, Afghan whigs, que no fueron excesivamente apreciados en su momento, han ido acrecentando la concepción que se tiene de ellos como un grupo de culto del rock americano. Se separaron en 2001, tras un largo período de decadencia interna. No obstante, nos dejaron dos discos maravillosos: GENTLEMEN (1993) y Black love (1996), una vez que Sub pop cedió al ya maduro grupo a una discográfica grande como era entonces Elektra.
El sonido de Afghan whigs, por lo tanto, debería ser fácilmente enmarcable, con claras coordenadar geográficas y temporales. Sin embargo, no es un grupo 100% grunge, ni mucho menos. Lo que más me gusta del GENTLEMEN es que detrás de cada canción se esconde una balada; los ritmos son mucho más delicados y la textura infinitamente más suave, limpia y cuidada que las de cualquier banda genuinamente grunge. En cierto modo anticiparon, antes de su defunción definitiva, la evolución de la escena: hacia ese pesado y sentido rock alternativo, de profundos orígenes enraizados en Seattle, en la maravillosa Era Nirvana (1987-94). Una evolución que Chris Cornell (Soundgarden, Temple of the dog y Audioslave), por ejemplo, completó el 1999, con su interesantísimo Euphoria morning.
When we two parted, Be sweet o Now you know, por ejemplo, combinan a la perfección ese comedido desgarro de la voz, y el rasgueo de guitarra deambulante, callejera, nocturna, rechazada y herida. Que Debonair fuese su primer single denota la intención de un sello, Elektra, que fichaba a una banda grunge, que no se sentía cómoda siéndolo, sonando así. El segundo single, What jail is like, caracteriza mucho mejor a Afghan whigs.
Coros y voces femeninas, esporádicos arreglos de piano, ritmos variados y coherentes y una técnica envidiable hacen del GENTLEMEN una referencia, hoy en día, dentro del rock alternativo americano. Como pasa con el buen vino, el sonido de Afghan whigs ha reposado durante años para convertirse ahora en algo paradigmático.
Debonair (live)
Be sweet
What jail is like
me ayudas a recuperar mis gustos por todo.
ResponderEliminar....y eso me hace tan feliz!!
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