Dos personas cuya opinión musical respeto a ciegas me han dicho lo mismo de este disco: "no es tan redondo como el 100th window"; y sé que no se han puesto de acuerdo. Y es que para muchos, incluso por encima del Mezzanine, el penúltimo es el mejor disco de esta banda de Bristol. En cualquier caso, la evolución de Massive Attack siempre ha sido sorpendente y, a la larga, muy admirada y envidiada. Ha necesitado 3 oportunidades, aunque reconozco que las dos primeras no fueron en el contexto adecuado.
HELIGOLAND no pasará a la historia como su mejor album, pero sí como uno paso más en la experimentación rítmica presente en todos sus trabajos. La oscuridad sigue de telón de fondo, los ecos del dub, siempre atractivos, siempre tentadores. Siempre elegantes, pese a la desnudez de algunos temas, pese a la contundencia de su melódica electrónica. Porque este trabajo combina algunos de los elementos más clásicos del grupo (desde la inconfudible voz de Horace Andy hasta esa arritmia que podríamos llamar trip-dub-hop) con la incansable búsqueda, con ese viaje onírico por las desconocidas tierras de la electrónica rock, que tan bien recorrió, creando el auténtico sonido triphopero, en Protection y en Mezzanine (Girl I love you = Spying glass).
Es verdad, no es redondo. No es como el 100th window; pero éste es comparable al () de Sigur Rós, y vive de esa sensación cíclica, repetitiva pero siempre incisiva: pequeños y sutiles cambios apenas pecibidos son capaces de cambiar el prisma a un mismo discurso musical. Todo en esos discos fluye a la perfección, nada parece cambiar, pero el desarrollo es intensísimo. Sin embargo, como el Med sud í eyrum... para los islandeses, el HELIGOLAND para Massive Attack significa una nueva aventura en busca de nuevas geografías musicales, pero manteniendo su inconfundible sello: ritmos valientes, de rompehielos, un tendido instrumental en alta tensión, melodías de una intrigante y cálida oscuridad. Una elegante llamada a la orgullosa y experimentada decadencia postmoderna. Y cuanto más lo escucho, más ganas tengo de coger el coche, y conducir al son del HELIGOLAND hacia costas estigias, siguiendo las señales del estigma.
Es verdad, no es redondo. No es como el 100th window; pero éste es comparable al () de Sigur Rós, y vive de esa sensación cíclica, repetitiva pero siempre incisiva: pequeños y sutiles cambios apenas pecibidos son capaces de cambiar el prisma a un mismo discurso musical. Todo en esos discos fluye a la perfección, nada parece cambiar, pero el desarrollo es intensísimo. Sin embargo, como el Med sud í eyrum... para los islandeses, el HELIGOLAND para Massive Attack significa una nueva aventura en busca de nuevas geografías musicales, pero manteniendo su inconfundible sello: ritmos valientes, de rompehielos, un tendido instrumental en alta tensión, melodías de una intrigante y cálida oscuridad. Una elegante llamada a la orgullosa y experimentada decadencia postmoderna. Y cuanto más lo escucho, más ganas tengo de coger el coche, y conducir al son del HELIGOLAND hacia costas estigias, siguiendo las señales del estigma.
Es posible que sea el disco más difícil de oír de Massive attack, porque cada canción es un nuevo acto, no hay continuidad; y porque, en el fondo, solo hay cuatro o cinco Temazos. Rezo por ver algo de esta gira, porque el directo de este trabajo puede ser inolvidable. Luces, sonidos, sombras, denuncia social. Quien esté dispuesto a ir al sudoeste portugués a principios de agosto que cuente conmigo! Creo que este disco por fin ha entrado en mi cabeza, a ver ahora cómo y cuándo puedo sacármelo. Su sonido es pegadizo, vicioso y lleno de diminutos detalles maestros, fruto de una precisión instrumental digna del mejor rock: sus arpegios premonitorios y largas estructuras cortantes recuerdan a Tool. El Third de Portishead, bastante similar también, abrió un camino inhóspito que el HELIGOLAND recorre con mayor seguridad. Es el trip-hop del siglo XXI? O tan solo el lento y nostálgico alejamiento hacia la electrónica? El tiempo lo dirá.
Atlas air
Girl I love you
Atlas air
Girl I love you
Paradise circus
Cuando hablaba de la redondez del anterior, me refería precisamente a lo que mencionas, a su continuidad (más allá de un sonido o ritmo parecido, había un continuidad en las sensaciones). Este último es un archipielago, pero algunas de las islas son maravillosas para quedarse de visita.
ResponderEliminaryo ya lo hablé contigo, pero aqui dejo constancia. es verdad q el 100 ventanas es el disco más completo, más redondo, donde todo tiene continuidad, donde la canción pega perfectamente con la anterior y la posterior, y en el todo. y hace todo eso sin tener ningun temazo al nivel de los del mezzanine o el blue lines que creo q son peores discos en global pero tiene mejores singularidades. este disco... esperemos que sea el ensaño antes del invento.
ResponderEliminarthe blackman
¿Acaso redondo es sinonimo de perfección?
ResponderEliminarParadise Circus por ejemplo es un punto en la galaxia, ínfimo como el ser humano.
Eso si, ínfimo y eterno.
En el caso de la música o la narrativa sí, creo que sí: la redondez ayuda a crear sensación de perfección. La sensación digo. Porque el mero concepto de perfección es, casi por naturaleza, paradójico. Pero también dentro del caos existe lugar para esos puntos, o islas, eternas, efímeras, hermosas y perfectas de las que hablas; de las que se compone este Heligoland. ¡Gracias!
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