Ornamento y Delito en la Costello, pero no lo digas muy alto.
Quedarse en Madrid en verano no está tan mal, siempre lo he dicho. Aún no está la población diezmada, como lo estará en agosto, cuando aparcar en la calle a la que vas no será, en absoluto, misión imposible. Como suele ser habitual, la oferta cultural veraniega de la capital no va a dejarnos huérfanos de buenos momentos, y ya está en marcha. Ayer po la noche, por ejemplo, pudimos asistir, aunque fuéramos solo el medio centenar que éramos, al concierto en la Sala Costello de Ornamento y Delito. Porque no todo va a ser el San Francisco de Asis de Messiaen y Mortier, el Festival de Teatro de Almagro, o el FIB. La pequeña cultura, si se me permite la expresión, la de los clubes, la de los cines al aire libre cuando cae la noche, y la de todos los libros, series y películas que vemos atrincherados en casa hasta que el sol se larga; esa pequeña cultura, doméstica, personal e íntima, también se mueve en verano.
Si tuviera que definir el concierto del viernes con una sola palabra, usaría timidez. Ornamento y Delito son un grupo de cuatro, pero solo Gari, el guitarrista, teclista y cantante, sobresale y da algo de juego. De entre un público en que se hallaban conocidos de la banda salió en un momento la petición de que sonaran clásico, a lo que Gari, con una sonrisa clara, respondió con un seco no. Rompecabezas De Moda Y Perfección Moral, y parte del material nuevo que están preparando para su siguiente Lp, iban a ser el menú de una sesión que duró algo menos de hora y media.
Abrieron el concierto con 'Loca Por Ti', y lo clausuraron con 'La Policía'. 'Beñat', 'La Cita' y, por supuesto, 'Madrid', no faltaron en el setlist. Eran, seguramente, las canciones más deseados, y sonaron prácticamente idénticas a como las oímos en el disco. La misma textura, el mismo ritmo, el juego de voces indolentes que despliega Gari, el guitarreo clavado en el segundo adecuado. Todo sonó como si les hubiéramos dado al play, como si fueran un reproductor de audio mp3. En ese sentido, nada sorprendentes. No me gusta cuando un grupo te da en concierto estrictamente lo que uno espera escuchar. Tocaron bien su música en meseta: sin una sola subida de tono emocionante, ni un segundo de más de esa apatía que les aboca a la oscuridad.
Por otra parte, las cuatro o cinco canciones nuevas que presentaron, de un disco que esperan sacar este mismo año, parecieron anticipar un leve cambio en sus formas musicales. Puede que es su próximo trabajo veamos entrar más luz por las rendijas de su alicatado estilo; tal vez la paleta de colores admita más tonalidades, o eso me pareció al escuchar sus novedades. Canciones con la personal impronta de Ornamento y Delito, pero con un leve soplido de aires renovadores. El cuarteto vasco-madrileño ha venido demostrando, durante sus cinco años de vida, que sus nuevos trabajos siempre aportan algo nuevo.
Rompecabezas De Moda Y Perfección Moral les ha colocado ya en un lugar privilegiado dentro del panorama nacional. Pasito a pasito, y con la timidez por bandera, Ornamento y Delito sigue creciendo. Aunque el concierto del viernes no fuera en absoluto inolvidable, fue agradable ver en petit comité a una banda que, si sigue por el mismo camino, atraerá a muchísimo más público dentro de unos años. Personalidad no les falta; solo, tal vez, creérselo un poquito más.
Si tuviera que definir el concierto del viernes con una sola palabra, usaría timidez. Ornamento y Delito son un grupo de cuatro, pero solo Gari, el guitarrista, teclista y cantante, sobresale y da algo de juego. De entre un público en que se hallaban conocidos de la banda salió en un momento la petición de que sonaran clásico, a lo que Gari, con una sonrisa clara, respondió con un seco no. Rompecabezas De Moda Y Perfección Moral, y parte del material nuevo que están preparando para su siguiente Lp, iban a ser el menú de una sesión que duró algo menos de hora y media.
Abrieron el concierto con 'Loca Por Ti', y lo clausuraron con 'La Policía'. 'Beñat', 'La Cita' y, por supuesto, 'Madrid', no faltaron en el setlist. Eran, seguramente, las canciones más deseados, y sonaron prácticamente idénticas a como las oímos en el disco. La misma textura, el mismo ritmo, el juego de voces indolentes que despliega Gari, el guitarreo clavado en el segundo adecuado. Todo sonó como si les hubiéramos dado al play, como si fueran un reproductor de audio mp3. En ese sentido, nada sorprendentes. No me gusta cuando un grupo te da en concierto estrictamente lo que uno espera escuchar. Tocaron bien su música en meseta: sin una sola subida de tono emocionante, ni un segundo de más de esa apatía que les aboca a la oscuridad.
Por otra parte, las cuatro o cinco canciones nuevas que presentaron, de un disco que esperan sacar este mismo año, parecieron anticipar un leve cambio en sus formas musicales. Puede que es su próximo trabajo veamos entrar más luz por las rendijas de su alicatado estilo; tal vez la paleta de colores admita más tonalidades, o eso me pareció al escuchar sus novedades. Canciones con la personal impronta de Ornamento y Delito, pero con un leve soplido de aires renovadores. El cuarteto vasco-madrileño ha venido demostrando, durante sus cinco años de vida, que sus nuevos trabajos siempre aportan algo nuevo.
Rompecabezas De Moda Y Perfección Moral les ha colocado ya en un lugar privilegiado dentro del panorama nacional. Pasito a pasito, y con la timidez por bandera, Ornamento y Delito sigue creciendo. Aunque el concierto del viernes no fuera en absoluto inolvidable, fue agradable ver en petit comité a una banda que, si sigue por el mismo camino, atraerá a muchísimo más público dentro de unos años. Personalidad no les falta; solo, tal vez, creérselo un poquito más.
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